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Fobia Específica






Se trata de un miedo o ansiedad intensa ante un objeto o situación determinados, por ejemplo, animales, volar, altura, sangre, heridas y otros.


Este miedo o ansiedad es desproporcionado ante el objeto o situación que lo origina, causa un malestar intenso y llega a alterar significativamente la vida de la persona. Por regla general el sujeto que sufre este padecimiento se da cuenta de lo exagerado de su miedo pero con frecuencia suele decir que no puede evitarlo. Huyen de las situaciones que les provocan su malestar, y alteran su ritmo de vida con tal de no ponerse en contacto con la situación fóbica.

Los objetos fóbicos suelen ser: Animales (p. ej., arañas, insectos, perros) , Entorno natural (p. ej., alturas, tormentas, agua), Sangre-inyección-herida (p. ej., agujas, procedimientos médicos invasivos) Situacional (p. ej., avión, ascensor, sitios cerrados) Otra (p. ej., situaciones que pueden derivar en ahogo o vómitos; en niños, sonidos ruidosos o personajes disfrazados)

El miedo y la ansiedad es superior a lo que se espera en la población en general ante los mismos estímulos fóbicos





Fobia Social




Se trata de un miedo o ansiedad intensa en algunas situaciones sociales. La persona se considera expuesta al posible examen y evaluación por parte de otros.




Suele ocurrir cuando tienen que hablar en público, o cuando van a ser observados por otras personas, por ejemplo si tienen que dar una charla. El temor a ser humillado o rechazado hacen que el individuo rehúya el contacto con otras personas, o se aisle si está en una reunión en grupo, procura evadirse mirando por ejemplo el teléfono móvil, interviene poco en diálogos de grupo, o tiene que prepararse exhaustivamente sus presentaciones. Todo ello causa un malestar y suele derivar en una baja autoestima.





Agorafobia




La característica esencial de la agorafobia es un marcado o intenso miedo o ansiedad provocados por la exposición real o anticipatoria a una amplia gama de situaciones, algunas de las cuales se exponen a continuación.




- Uso del transporte público (p. ej., automóviles, autobuses, trenes, barcos, aviones).
- Estar en espacios abiertos (p. ej., zonas de estacionamiento, mercados, puentes).
- Estar en sitios cerrados (p. ej., tiendas, teatros, cines).
- Hacer cola o estar en medio de una multitud.
- Estar fuera de casa solo.
Como consecuencia la persona con este trastorno evita los lugares que considera propicios para el desencadenamiento de su miedo o pide a alguna persona que lo acompañe. La vida se hace angustiante, la ansiedad, la tristeza y la frustración acompañan a la persona especialmente cuando tiene que enfrentarse a una situación que desencadena su miedo. Evidentemente todos tenemos miedos a enfrentarnos a situaciones difíciles, pero en estas personas su miedo, ansiedad y evitación es claramente excesiva. El Trastorno de pánico y la Agorafobia van unidos con frecuencia. La sensación de no poder escapar del lugar o situación en la que se encuentran les domina.







Etiología - Causa de los trastornos fóbicos



No existe una sola causa que explique la aparición de la fobia. Como hemos dicho una fobia es un miedo irracional y excesivo a un objeto o situación, el cual puede conllevar de por sí un cierto peligro, pero la forma de reaccionar del sujeto está fuera del contexto habitual. Realmente el objeto fóbico no es el verdadero causante de la reacción por ejemplo, una pequeña araña, un perro, un viaje en avión, en sí mismos pueden entrañar un peligro, pero ante estos estímulos las personas habitualmente reaccionan de una forma que podríamos llamar "razonable". Sin embargo, hay personas que sufren una reacción totalmente desproporcionada.

¿Qué ocurre en la mente de estas personas? En orimer lugar suele haber una idea que el sujeto considera inaceptable en su esquema mental. Por ejemplo, si un niño/a es consciente de un fuerte acto agresivo entre sus padres, muy posiblemente sentirá miedo y angustia, y si este miedo es demasiado intenso para lo que el niño es capaz de racionalizar, su mente intentará un mecanismo defensivo que consiste en "aparcar" esa situación de angustia, "esconderla". Y lo hace separando el hecho ocurrido (agresividad entre los padres), del afecto sentido (miedo intenso). El afecto es "depositado" en otro lugar, o mejor dicho sobre otro objeto. Generalmente este objeto tiene que tener su propia carga emocional negativa, por ejemplo un perro, una araña, o sobre una situación parecida a la original, por ejemplo "gritar". Como, además, estos hechos se suelen repetir (las peleas entre los padres) la sensación de angustia-miedo se va consolidando en la mente del sujeto.

Poco a poco se fortalece la relación entre "gritar" con el miedo sufrido: personas que gritan→→angustia y miedo. Esta persona puede decir, más adelante, que ella lo único que no soporta en la vida es que las personas se griten. Realmente, lo que el sujeto tiene en su interior es una carga afectiva intensa y no resuelta, que además no es consciente, está en su inconsciente, separada del verdadero origen (la pelea entre sus padres, en este ejemplo). El sujeto es capaz de relatar aquellas peleas entre los padres pero no siente el afecto intenso que le ocasionaban. En su lugar, ese afecto irracional no resuelto, se manifiesta ante el objeto sobre el que se ha depositado posteriormente: un perro, un grito, una araña, etc.

Todo este proceso tiene algunas utilidades para el individuo. Por ejemplo, "creer" que la causa de su miedo está en un objeto externo y no en su interior. Tiene así una justificación ante él mismo y ante el mundo. La persona se cree a salvo de sus miedos más profundos, porque cree que sólo tiene que evitar el objeto fóbico. Ahora bien, si vive en una zona en la que el objeto fóbico está casi siempre presente, su vida se le complica mucho.

En otras ocasiones la fobia no se ha originado como hemos relatado, sino que está relacionada con algunas situaciones sociales, como hablar en publico, ir a una fiesta y otras. En estos casos la idea que el individuo tiene de sí mismo no está de acuerdo con el rol social que se ve "obligado" a cumplir, por ejemplo cuando el temor a la crítica de los demás es muy intenso. En resumen, el sujeto tiene una idea de sí mismo o de alguna vivencia o de alguna situación social que le produce demasiada angustia. No puede resolver esta angustia así que incoscientemente desplaza es angustia a otro lado, lo deposita en otro objeto: perros arañas, aviones, gritos, conducir, etc. De esta forma, el sujeto sigue sin resolver su verdadero problema y solo tiene que evitar el objeto que le parece que es el causante de su angustia. No siempre el problema está originado en la infancia. Y, desde luego, no siempre se produce una fobia ante el mismo tipo de situaciones vividas por las personas. En muchas otras ocasiones, la angustia es canalizada de otra forma, por ejemplo, trastornos de ansiedad, trastornos obsesivos, etc.

Existen varios factores que influyen en la aparición de la fobia.
-Temperamentales. Los factores de riesgo temperamentales para la fobia específica, como la afectividad negativa (neuroticismo) o la inhibición conductual, son también factores de riesgo para otros trastornos de ansiedad.

-Ambientales. Los factores de riesgo ambientales para las fobias específicas, como la sobreprotección de los padres, la pérdida de los padres, la separación, el maltrato físico y los abusos sexuales, tienden a predecir también otros trastornos de ansiedad. Como se señaló anteriormente, a veces (pero no siempre) las exposiciones negativas o traumáticas al objeto o situación temida preceden al desarrollo de la fobia específica.

-Genéticos y fisiológicos. Puede haber una susceptibilidad genética a una determinada categoría de fobia específica (p. ej., una persona con un familiar de primer grado con una fobia específica a los animales es significativamente más propensa a tener la misma fobia específica que cualquier otra fobia de otra categoría). Las personas con fobia a la sangre-inyección-herida muestran una tendencia singular para el síncope vasovagal (desmayo) en presencia del estímulo fóbico.

Como hemos dicho, no siempre pero con frecuencia se empiezan a desarrollar en la época infantil. Una primera aparición en la edad adulta es relativamente rara y es más probable que ocurra después de un evento estresante o humillante, o después de cambios vitales que requieren nuevos roles sociales (p. ej., casarse con alguien, obtener un ascenso de trabajo). La fobia social puede disminuir cuando el individuo, que siente temor por las citas con las chicas, logra casarse, y puede volver a aparecer con toda su intensidad tras el divorcio. Entre las personas que acuden a consulta, el trastorno tiende a ser particularmente persistente. Los adolescentes manifiestan un patrón más amplio de miedo y evitación, incluidas las citas amorosas, en comparación con los niños más pequeños. Los adultos mayores expresan niveles de ansiedad social más bajos pero en una amplia gama de situaciones, mientras que los adultos más jóvenes expresan mayores niveles de ansiedad social en situaciones específicas.




Síntomas



Las personas con fobia específica muestran unos patrones de deterioro del funcionamiento psicosocial y una disminución de la calidad de vida.

La angustia y el deterioro causados por las fobias específicas tienden a aumentar con el número de objetos y situaciones temidas. Así, un individuo que teme a cuatro objetos o situaciones es probable que tenga más deterioro en su desempeño profesional y social, y una menor calidad de vida, que una persona que tema a un solo objeto o situación.

Las personas con fobia específica a la sangre, las inyecciones y las heridas a menudo son reacias a solicitar ayuda médica incluso cuando tienen problemas de salud. Asimismo, el miedo a vomitar y a atragantarse puede reducir sustancialmente la ingesta dietética.

La característica esencial del trastorno de ansiedad social es un marcado o intenso miedo o ansiedad a las situaciones sociales en las que el individuo puede ser analizado por los demás. Cuando se expone a este tipo de situaciones sociales, el individuo teme ser evaluado negativamente. El sujeto teme ser juzgado como ansioso, débil, loco, estúpido, aburrido, intimidante, sucio o desagradable. El individuo con fobia social teme actuar o mostrarse de una determinada manera, o manifestar síntomas de ansiedad que serán evaluados negativamente por los demás, como rubor, temblores, sudoración, trabarse con las palabras, o no poder mantener la mirada. Algunas personas tienen miedo a ofender a los demás y, en consecuencia, a ser rechazados. Una persona con miedo al temblor de manos puede evitar beber, comer, escribir o señalar en público; una persona con miedo a la sudoración puede evitar dar la mano o comer alimentos picantes; y una persona con miedo a sonrojarse puede evitar actuar en público, las luces brillantes o la discusión de temas íntimos. Algunas personas temen y evitan orinar en los baños públicos cuando están presentes otras personas (esto es, paruresis o "síndrome de la vejiga tímida"). Sin embargo, en este como en otros casos no se da el comportamiento solo y aislado, sino que está en relación con "algo más" que hay en la mente de esa persona. En el tratamiento que seguimos se abordarán las cuestiones "ocultas" o "reprimidas" con la intención de eliminar esa causa represiva.

La ansiedad, fóbica, anticipatoria a veces puede ocurrir mucho antes al prever situaciones futuras (p. ej., preocupación diaria a lo largo de las semanas anteriores a asistir a un evento social, repitiendo el discurso durante los días de antelación). En los niños, el miedo o la ansiedad puede expresarse a través de conductas de llanto, rabietas, inmovilidad, aferramiento, encogimiento o incapacidad de hablar en situaciones sociales. Por otra parte, si la situación social se soporta, es a costa de una intensa ansiedad y malestar o tratamiento farmacólogico, que lógicamente tiene sus efectos secundarios. En estos casos, el miedo o la ansiedad son desproporcionados al riesgo real que plantea la situación de ser evaluado negativamente y para las consecuencias de dicha evaluación negativa.




Pronóstico



La duración de la fobia es de meses, años o para siempre, lo cual lo diferencia de los miedos transitorios.

Si la fobia empieza en la infancia es muy probable que sean niños con baja autoestima, a veces con dificultades escolares o con dificultades en la integración con niños y niñas de su edad. Si empiezan en la edad adulta es muy probable que tengan problemas de integración social. La persona es posible que se autolimite en la consecución de determinados puestos de trabajo. Las relaciones sociales, de pareja y otras se suelen ver afectadas.




Nuestro Tratamiento



Se suele recomendar una Psicoterapia basada en la modalidad cognitivo-conductual. Sin embargo, el intentar cambiar las consecuencias, es decir, los síntomas, sin atacar a la causa del trastorno, no suele dar resultado. Se frecuente indicar al individuo una serie de ejercicios mentales para que piense de otra forma. Pero, ¿Qué provoca que la persona piense de la forma en qué lo hace? ¿Acaso es por azar? No, no lo es. Hay una causa y esta es la que abordamos nosotros. Si quitamos la causa, el origen, entonces la persona mejorará sustancialmente y para siempre.

No hay zonas mentales desconectadas por completo de las demás. Es decir no podemos tratar un nucleo mental fóbico sin atender también al resto de la arquitectura mental de esa persona. No se trata de curar una fobia en exclusividad sino de mejorar a la persona, a su funcionamiento mental.

LLegar a ese origen o al menos comprender la evolución y desencadenamiento fóbico en una persona es el primer paso. A partir de ahí, una vez que la persona ha comprendido cuál es su problema, pasamos a desmontar la arquitectura que ha mantenido en vigor esas creencias. Ciertamente no es fácil y a veces no es rápido, pero es definitivo.



Asociación Psicología Uno por Uno